miércoles, 18 de marzo de 2015

                              Reflexión anacrónica?



Como movido por una fuerza invisible, tomé mi lápiz y escribí.
Era esa danza carmesí, ese vaivén dorado, tal vez, lo único que alguna vez existió,existe y existirá.
Además de mí, claro está, y de mi lápiz y mi cuaderno.

Cuando su sombra acariciaba la mía, yo era invencible, único.

Luego entendí, gracias al patrón casi pendular en que se sucedieron los hechos, que ya no tengo que preguntar la hora (y confiar) siempre al mismo reloj,
porque el tiempo no existe, y los relojes son harto más de lo que pueda contar sin desfallecer en el intento.Y para colmo, ellos si existen. Aunque su función sea medir una ilusión.

Existen...

Aunque yo le haya creído siempre al mismo, esta vez no. 
Voy a levantar mi mirada y contemplar el mecánico ocaso, plagado de engranajes y ruidos cronometricamente regulares, y sabiendo que ellos ignoran la inexistencia de lo que miden, les voy a creer a todos.

Marquen la hora que marquen.




                                                                                                                                          Migue.-

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